Soñé que lograba viajar con mi mente a distintos lugares,
que me metía en el cuerpo de una chica que más tarde me enteraba de que se
llamaba Clara. Iba a su casa y ella hacía una fiesta, se vestía pero la
construcción del relato tenía flashforwards y flashbacks constantes, no iban a
donde yo quería sino que me iban mostrando las situaciones de manera
entrecortada, en donde a ella le ofrecían pastillas anticonceptivas. Después
seguía organizando la fiesta, sacando el lago artificial que tenía en su casa y
cambiándolo por una pileta. Se ponía tacos. Me daba cuenta de que hay sueños
que se arman a partir de continuidades con distintos sueños pero en el sueño yo
no soñaba sino que meditaba y viajaba hacia distintos momentos de su vida. Nunca
vi cómo era Clara porque yo estaba en su cuerpo. El espacio al que llegaba en
un momento era similar a un sueño anterior, con una casa con vidrios
esmerilados de color verde o transparente, una especie de casa chorizo en un
barrio tranquilo (con un resto diurno de haber visto esos vidrios y recordar
que hay algo de ellos que no recuerdo). La idea del viaje era fascinante, yo
podía ir a donde quisiera en ese lugar, a cualquier espacio arquitectónico, porque no era un sueño sino una realidad, entonces los espacios no se construían
a medida que yo avanzaba sino que ya estaban ahí listos para que yo los
recorriera. La fiesta en la pileta finalmente era en un lugar acuoso central
rodeado de edificios. Ahora no sé si esto último es de este sueño o de uno
anterior, o si es un segundo capítulo de un primer sueño que se inició en la
siesta de la tarde (ese es el problema de no anotarlos todos, de no haberlos
anotado por muchos años)
Recordado, escrito, copiado y pegado aquí durante la reelaboración de la ficha Burucúa,
José Emilio. Historia,
arte, cultura. De Aby Warburg a Carlo Guinzburg. Cap. 1. “Aby Warburg (1866-1929).
La civilización del Renacimiento, la magia, el método”. Buenos aires, FCE,
2002.
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